La reacción inmediata ante el dolor es preguntar : ¿ Porqué me pasa esto ? ¿ Que mal he hecho yo para merecerme esto? ¿ Porqué sufren los buenos y los inocentes ? 'Porqué la muerte y el mal y la guerra . . . ? ¡ Y como un estribillo vamos repitiendo ! ¿ Porqué Señor , porqué . . .? y uno se siente impotente y confuso al no encontrar la respuesta.
Pero entre preguntas, quejas, lágrimas y dudas . . . también oramos . Dios sabe muy bien que ese grito desgarrado es la única oración que podemos hacer en ese momento . La impaciencia de la esperanza se convierte en la oración, que serena nuestro ánimo. No somos diferentes al salmista que repite en la Biblia : " ¿ hasta cuando , Señor, hasta cuando ? ! . Tampoco nos diferenciamos de Cristo en la Cruz, que grita : "¿Por qué , Señor, me has abandonado ?". Y así, gritando desde lo más profundo del corazón, buscamos una fuerza que supere nuestra debilidad y desesperanza.
Y esta fuerza nos viene del Señor, a quien hacemos tantas preguntas. Esa fuerza es la fe que confía y espera; del que se pone en las manos de Dios y se deja acariciar por El. La fe cristiana es luz que ilumina la oscuridad del abismo en que nos sume el dolor. la fe es conocer a Dios y amarle precisamente porque le conozco personalmente, no por lo que me hayan dicho otros de El . Así lo expresa Job : " Te conocía, Señor, sólo de oídas . Ahora te he visto con mis ojos. Job 42 , 5 . Fue el dolor quien quitó de los ojos de Job las escamas del materialismo y de las falsas apariencias que estaban bloqueando la claridad de su visión . L a experiencia del dolor se hizo en él sabiduría para saborear la vida se hizo también conocimiento profundo para descubrir a Dios y amarle de verdad . No podemos olvidar que lo mismo que hay sabores dulces , también los hay amargos .
¿ Que podemos hacer o decir ante el dolor ? . Poco o nada; es mejor callar , orar y estar cerca del que sufre . hay que consolar de tal manera que el que sufre sea capaz de decir bajo de la fe : " No se por qué pasó lo que pasó ; de lo que estoy seguro es Dios me da esperanza , a pesar de todo lo que ha pasado . Esta es respuesta de quien es capaz de mirar el dolor desde Dios cara a cara , y descubre que el dolor no es solo un problema , sino que también es misterio y un enigma . Y ante misterio tan desconcertante solo podemos hacer una cosa : caer de rodillas , gritar o callar , pero siempre rezar , porque la oración serenará nuestro cuerpo y nuestros sentimientos . Y al rezar podemos decir : no entiendo nada , ni puedo explicar por qué me pasa esto o por qué Dios lo permite . De todos modos confío en el Señor y me dejaré querer por él . Ahora necesito de su cariño más que nunca.
Pablo tiene una frase que confirma lo dicho anteriormente : " Dios cooperan en todo para el bien del se deje querer por él " Romanos 8 , 28 . La sabiduría popular tiene un dicho que no creo sirva a veces de consuelo : "Dios aprieta , pero no ahoga " . No entiendo lo primero ni menos lo segundo , pues Dios ni aprieta ni ahoga , más bien acaricia , alivia , perdona , cura , consuela y acompaña . . . . Prefiero quedarme con este dicho : " Cuando se cierra una puerta , siempre Dios abre una ventana " . Pienso es la ventana de la esperanza y de la fe , aquella por la que Dios se cuela y se hace presente en el vacío del dolor . llenándolo con su gracias y compañía .